Eso es lo que nos llevamos

Se dice de las cosas más efímeras que tale son las que conservamos para la otra vida. A saber: Lo bebido, lo comido, lo disfrutado, lo querido y logrado, y hasta el acto sexual malobrado.

En verdad estas cosas son fugaces: o si no, que me diga alguien, donde tiene hoy, el placer del juego ayer ganado, o en qué lugar guarda los besos que le han dado.

Sea pues, que si algo queda es, la energía y materia incorporadas al cuerpo, de las viandas que ya se han defecado; y precisamente, que la materia aquí se ha de quedar, es lo que se asevera con el falso y famoso dichoso dicho.
A su modo, la comida es trascendente, no por el placer de degustarla, sino un poco más en cuanto a que es fuente de energía necesaria para que realicemos actos trascendentes, y sobretodo por que es también, la materia que forma nuestro cuerpo, con el que creemos que resucitaremos, como decimos con el último artículo de fe del credo.

La gravedad del susodicho dicho, radica en que dice de llevarnos de esta vida uno de los escasísimos actos que podemos hacer específicamente para la Vida Futura, reducido a ocio y placer, despojándolo de su alcance al más allá, negándole al tiempo, lo que naturalmente sí tiene de eterno.
El acto sexual tiene dos funciones, y ambas Divinas:

  • La una es, mediante la cual, Dios se sirve para crear vida.
  • La otra es, Matrimonio mediante, la unión mística de dos personas en un sólo cuerpo.

Sí, proporciona placer, como por otra parte, también lo proporcionan otros actos necesarios para la vida, como el descansar, el comer, el beber, o si me apuran, hasta el orinar o defecar…

¡Alerta!
¡Que no te engañen nunca más, diciéndote que «eso es lo que nos llevamos»!
¿Lo cualo?
¿Habrá sentencia más falsa?

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