Desnudando su sentir, ella cogió la foto de su gran amigo, la abrazó con amor, y se hizo el silencio mas bello, adornado por una caricia de sus labios que confiados y temblorosos casi alcanzaban a decir: «Te extraño, espero que vuelvas pronto».
Pareciera que presintiera la cercanía de aquel que un día fue al cielo. Brillaba la complicidad que les unía, aún más que el mismo sol. Sin duda, ambos vibraban de emoción: Ella más acá, Él más allá, y en medio sólo un papel que falto de memoria avivaba el recuerdo de aquel a quien nunca había visto. ¡Oh!, ¡Gran Misterio!
Reinaba la felicidad, la tranquilidad, la paz, el sosiego ajeno al ajetreo de los que aún buscan su asiento en el vagón de ese tren que se dirige a cualquier lugar, sin saber a donde va. Hasta que un puntapié de charol, rompió su silencio, derramó su alma, querelló sus entrañas, la quebró a ñicos cual muñeca de porcelana.
Era su compañera, que al verlo, no podía aguantar más. Enfermaba con cada muestra de amor, de respeto, de admiración, de amistad y de cercanía que se procesaban. Con cada alabanza, con cada reconocimiento de gloria, honor, honra, con cada acto de Adoración a Dios. Todas estas cosas eran miles de espinas en su inhumanizado corazón, que interrumpió la ferviente oración, escarneciendo ese grandioso acto de humilde confianza, de amor, , de tantas cosas indescriptibles…, protestando: «¡No ves que es sólo un papel!», con una demoníaca risa burlesca.
Entonces Dios la levantó de su humillación, la ensaltó, la recompuso, recogió sus pedazos, y la hizo aún más fuerte. Ella, una vez reconfortada, en un acto de respeto, para que su compañera no siga atentando contra El Altísimo, guardó su estampa, ya que en realidad no la necesita sino que sólo es un instrumento más, es sólo un papel. Sí, -respondo-, Ella lo ve. Pero, insisto, sólo un papel, que falto de memoria aviva en su corazón el recuerdo de aquel a quien ama sin haber visto; Sólo un papel, que une el más acá con el más allá; Sólo un papel, mediante el que Ella, fue amada y amó profundamente al AMOR.
Y, entre ladridos que se iban desvaneciendo, cada vez más lejanos, ensimismada siguió orando, alcanzando aún, una más profunda Comunión con Nuestro Dios y Señor. Mas, aunque la desaprensiva compañera aún cosas peores le dijo, Es La Poderosísima Mano Del Cristo la que desde el Génesis se interpone entre Su Madre y La Serpiente…
Y sépalo: ¡En El Regazo de María todo son caricias!
Este es un lenguaje difícil de comprender: Dios es capaz de servirse de «sólo un papel», para amar y para ser amado.
(
Relato «Sólo Un Papel»,
de Ignacio Jonatan Hernández López,
escrito en Mérida (Badajoz),
a 13/10/2017
)
Cuanta razón, y cuanta sinrazón. Y ¿quién nos entiende? Aquella triste farola, aquella sombra del olivo, aquel frío portal, aquel perfume colorido, aquellos corazones nunca tocados, aquellos incapazes del romantizismo, cuando es para con El Señor… Ay Señor… Hay Señor… Cuanto amor desvalío…
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Mejor yo no podía expresarlo. Déjame subrayar esto: «aquellos incapazes del romantizismo, cuando es para con El Señor», «Cuanto amor desvalío».¡Bendiciones+ para todos! Pidamos a Dios que nos capacite para enamorarnos de ÉL, hasta el punto de valorar románticamente cada detalle.
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