La Santa Misa

Escuchada la petición de información recibida en los comentarios del artículo donde pedí opinión, como Miembro De La Iglesia, y considerando lo establecido en [SC, 48]:

La Iglesia, con solícito cuidado, procura que los cristianos no asistan a este misterio de fe como extraños y mudos espectadores, sino que, comprendiéndolo bien a través de ritos y oraciones, participen consciente, piadosa y activamente en la acción sagrada.

A continuación, -no sin recomendar la lectura del Ordinario Del Misal-, realizo un escueto acercamiento descriptivo práctico de la celebración de La Santa Misa, pretendiendo que sea útil al Cristiano que pretenda conocer la sucesión de respuestas, silencios, gestos y posturas, en resumen: Qué es y como es lo que hacemos.

Disposiciones

Antes de comenzar La Misa, cuando se entra en el Templo, es conveniente signarse con el Agua Bendita.
Tras mojarse el dedo pulgar con el Agua Bendita, según nuestra costumbre, se suele hacer con la siguiente Oración:

Persignación
Con el dedo pulgar de la mano derecha:
En la frente,
Por La Señal desde arriba a abajo,
de La Santa Cruz, de izquierda a derecha.
En la boca,
de nuestros desde arriba a abajo,
enemigos de izquierda a derecha.
En el pecho (pequeña),
líbranos Señor desde arriba a abajo,
Dios Nuestro de izquierda a derecha.
Santiguación
Con la mano derecha:
En el Nombre Del Padre, Mano en la frente,
del Hijo, en la barriga,
y del Espíritu en el hombro izquierdo,
Santo. en el hombro derecho.
Amén No es necesario hacer nada al decir Amén,
pero muchos tienen por costumbre
hacer una cruz con los dedos
pulgar y corazón de la mano derecha
y besarlo.
Este es el signo del juramento;
Y es que, Decir Amén es Jurar.

Si nos ponemos a observar lo que hacen los Cristianos cuando se supone que están signándose, ya sea en ese u otro momento, vemos cosas muy raras que se parecen más a la señal del zorro, la zeta de la paz, a peinarse las cejas y ajustarse la camiseta, o incluso a sacudirse el polvo o quitarse las telarañas.
¿Serán /policías/católicos/ de secreta descubiertos?

 

Media hora antes de La Misa es cuando los Sacerdotes suelen estar disponibles para Confesar.
En cualquier caso, es buen momento para hacer Examen De conciencia.

 

Es muy importante disponerse adecuadamente para Recibir al Rey De Reyes y Señor De Señores; pero tanto físicamente, como espiritualmente.

 

Celebración De La Santa Misa

Sin más preámbulos…

 

Ritos Iniciales

Depié, recibimos al Sacerdote, que se acerca al altar y lo besa.
Si no se ha entonado canto de entrada, se lee la antífona de entrada.
Entonces el Sacerdote comienza la celebración con las palabras:

En el nombre del ↑ Padre,
y del ↓ Hijo,
y del Espíritu ← → Santo.

Mientras que todos se Santiguan.
Entonces, Todos dicen:

¡Amén!

Sacerdote:

El Señor esté con vosotros.

O bien:

La gracia de nuestro Señor Jesucristo,
el amor del Padre,
y la comunión del Espíritu Santo
estén con todos vosotros.

En tiempo Pascual:

El Dios de la vida,
que ha Resucitado a Jesucristo,
rompiendo las ataduras de la muerte,
esté con todos vosotros.

Todos responden:

Y con Tu Espíritu.

Se lee la Antífona De Entrada, si no se hizo antes.

Sacerdote:

Para celebrar dignamente estos sagrados misterios,
reconozcamos nuestros pecados. (O invitación similar)

Tras un breve silencio donde cada uno se reconoce pecador, Todos recitan:

Yo confieso ante Dios todopoderoso,
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.

Llevándose la mano al pecho (Todas las razas de la tierra se golpearán el pecho (Mt.24.30)).

Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Y se prosigue.

Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos,
y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí
ante Dios, nuestro Señor.

Sacerdote:

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

Pueblo:

Amén.

Sacerdote:

Señor, ten piedad.

Pueblo:

Señor, ten piedad.

Sacerdote:

Cristo, ten piedad.

Pueblo:

Cristo, ten piedad.

Sacerdote:

Señor, ten piedad.

Pueblo:

Señor, ten piedad.

Alternativamente es posible que se incluyan invocaciones piadosas tales como:

V/
Tú que has enviado a sanar los corazones afligidos: Señor ten piedad.
R/
Señor ten piedad.
V/
Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo ten piedad.
R/
Cristo ten piedad.
V/
Tú que estás sentado a la derecha del Padre para interceder por nosotros: Señor ten piedad.
R/
Señor ten piedad.

Gloria (Fiestas)
Todos:

Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria
te alabamos,
te bendecimos,
te adoramos,
te glorificamos,
te damos gracias,
Señor Dios,
Rey celestial;
Dios Padre todopoderoso;
Señor Hijo único, Jesucristo;
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre;
Tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros;
Tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica;
Tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros;
Porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor,
sólo tú, Altísimo Jesucristo,
Con el Espíritu Santo,
en la gloria de Dios Padre.
¡Amén!


Sacerdote:

Por Jesucristo Nuestro Señor
que contigo vive y reina
por los siglos de los siglos

O bien:

Por Jesucristo nuestro Señor.

Pueblo:

Amén.

Liturgia De La Palabra

El Pueblo se sienta para escuchar las Sagradas Lecturas, La Sabiduría Divina.

Cuando el Lector concluye con:

Palabra De Dios.

El Pueblo responde:

Te alabamos, Señor.

El lector también dice la estrofa responsorial del Salmo, e indica con una pausa los lugares donde debemos repetirla como respuesta.

En domingos y otras fiestas, se realiza una segunda lectura.

Véase la pimera proclamación del Evangelio y la primera homilía, hecha por el mismo Jesús, que nos cuenta San Lucas en el capítulo 4, versículos del 16 al 30, de su relato evangélico… con la diferencia ahora, que nosotros no intentamos despeñarlo (Gracias que ni podemos), aunque, sí, a quienes, y a veces, pueden levantarle serias ampollas La Palabra De Dios, en especial cuando acusa la vida de pecado, pongamos, por ejemplo, cuando habla del amancebamiento o del adulterio…

El Pueblo se pone de pie para escuchar la proclamación del Santo Evangelio, La Sabiduría Divina.
El sacerdote, inclinado ante el Altar, dice en voz baja:

Purifica mi corazón y mis labios,
Dios Todopoderoso,
para que anuncie dignamente Tu Evangelio.

Y en voz alta

El Señor esté con vosotros.

A lo que el Pueblo responde:

Y con Tu Espíritu.

Entonces el Sacerdote dice :

Lectura del Santo Evangelio según San (Mateo, Marcos, Lucas o Juan).

Y el Pueblo se persigna mientras dice:

Gloria a Ti, Señor.

Acto seguido, el Sacerdote proclama El Santo Evangelio.

Una vez finalizada la lectura, dice:

Palabra del Señor.

Y el Pueblo responde:

Gloria a Ti, Señor Jesús.

(Note que en este caso, tras la lectura del Santo Evangelio, se dice "Señor Jesús", y no sólo "Señor")

El sacerdote besa El Libro, diciendo en secreto:

Que las palabras del Evangelio borren nuestros pecados.

Entonces, el pueblo se sienta para atender solícitamente a la homilía pronunciada por el Sacerdote.

Tras la homilía se guarda un breve momento de Silencio.

Profesión de fe: Credo. (Domingos y fiestas)
todos:

Creo en Dios, Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo,
su Único Hijo, Nuestro Señor;

…Se inclina levemente la cabeza en señal de respeto…

Que fue concebido por Obra y Gracia del Espíritu Santo;
Nació de Santa María Virgen;

…Se finaliza la inclinación de la cabeza…

Padeció bajo el poder de Poncio Pilato;
Fue crucificado, muerto y sepultado;
Descendió a los infiernos;
Al tercer día resucitó de entre los muertos;
Subió a los cielos;
Y está sentado a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso…
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la Santa Iglesia Católica,
la Comunión De Los Santos,
el Perdón De Los Pecados,
la Resurrección De La Carne,
y La Vida Eterna.
¡Amén!

O bien el niceo-constantinopolitano:

Creo en Un Solo Dios,
Padre Todopoderoso,
Creador del Cielo y de la Tierra,
de todo lo visible y lo invisible.
Creo en Un Solo Señor Jesucristo,
Hijo Único De Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios;
Luz de Luz;
Dios Verdadero de Dios Verdadero;
Engendrado, no Creado,
de la misma Naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
Que por nosotros los hombres,
y por nuestra salvación
bajó del cielo,

…Se inclina levemente la cabeza en señal de respeto…

y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre;

…Se finaliza la inclinación de la cabeza…

y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilato:
Padeció y fue sepultado
y resucitó al tercer día según las Escrituras;
Subió al Cielo,
y está sentado a la derecha del Padre;
Y de nuevo vendrá con Gloria
para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo recibe una misma Adoración Y Gloria,
y que habló por los profetas.
Creo en La Iglesia,
que es Una,
santa,
católica
y apostólica.
Confieso que hay Un Solo Bautismo para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro.
¡Amén!

A continuación, se hace la ‘Oración de los fieles’ o preces, que son unas plegarias que el sacerdote o algún asistente va leyendo y el Pueblo va respondiendo a cada una:

Te rogamos, óyenos.

U otra frase que expresamente se haya dado para que en esa ocasión la sustituya.

Liturgia Eucarística

El Pueblo se sienta, y entonces el Sacerdote presenta a Dios los Dones del Pan y del Vino que, por la Consagración, se convertirán en El Cuerpo y La Sangre del Señor Jesucristo (Jn.6.48-58).

Al ofrecer el Pan, el Sacerdote dice:

Bendito seas, Señor,
Dios Del Universo,
por este pan,
fruto de la tierra y del trabajo del hombre,
que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos:
Él será para nosotros Pan De Vida (1º y 2º).

Si el Sacerdote lo ha dicho en voz alta, el Pueblo aclama:

Bendito seas por siempre, Señor.

El Diácono o el Sacerdote mientras que pone Vino y un poco de Agua en el Cáliz, dice en secreto:

Por el misterio de esta Agua y este Vino,
haz que compartamos la Divinidad de quien se ha dignado participar de nuestra Humanidad.

Entonces, el Sacerdote dice al ofrecer el vino:

Bendito seas, Señor,
Dios Del Universo,
por este Vino,
fruto de la vid y del trabajo del hombre,
que recibimos de tu generosidad
y ahora te presentamos:
Él será para nosotros Bebida De Salvación (1º y 2º).

Si el Sacerdote lo ha dicho en voz alta, el Pueblo aclama:

Bendito seas por siempre, Señor.

Entonces, el Sacerdote, inclinado, dice en secreto:

Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde;
que éste sea hoy nuestro Sacrificio y que sea agradable en Tu Presencia,
Señor, Dios nuestro.

Mientras el sacerdote se lava las manos, dice en secreto:

Lava del todo mi delito, Señor,
limpia mi pecado.

El Sacerdote, desde el centro del Altar:

Orad hermanos, para que este Sacrificio, mío y vuestro,
sea agradable a Dios, Padre Todopoderoso.

El Pueblo, mientras se pone en pie, (sí, este es el momento exacto en que debe ponerse de pie, aunque en cada lugar hacen injustamente lo que les da la gana y nadie dice nada), dice:

El Señor reciba de tus manos
este Sacrificio para Alabanza y Gloria de Su Santo Nombre,
para nuestro bien
y el de toda Su Santa Iglesia.

El Sacerdote lee ahora la ‘Oración sobre las ofrendas’ prevista para ese día.

Dando comienzo a la Plegaria Eucarística, el Sacerdote dice:

El Señor esté con vosotros.

A lo que el Pueblo responde:

Y con Tu Espíritu.

Sacerdote:

Levantemos el corazón.

Pueblo:

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Sacerdote:

Demos gracias al Señor Nuestro Dios.

Pueblo:

Es justo y necesario.

El Sacerdote dice el Prefacio del día, y, tras la invitación a cantar con Los Ángeles el Himno De Su Gloria, todos cantan (Según el texto del prefacio, este Himno debe ser cantado, y a veces se recita sin razón. Es también justo hacer notar, que en ocasiones, por las características de la asamblea, es conveniente rezarlo.):

Santo, Santo,
Santo es el Señor, (Apoc.4.8)
Dios Del Universo.
Llenos están,
los Cielos y la Tierra (Flp.2.10-11)
de Su Gloria (Sal.148.13).
¡Hosanna En El Cielo!
Bendito el que viene
en Nombre Del Señor.
Hosanna En El Cielo. (Mt.21.9,15, Mc.11.9-10, Jn.12.13; «Hosanna»/«Hosana» es una palabra hebrea que significa: «¡Sálvanos!», que usamos a modo de vítore. Véase también el Salmo 118)

Después, el Sacerdote se dispone a decir las palabras de La Consagración.
El Pueblo debe arrodillarse justo en el momento que escucha de boca del Sacerdote la palabra santifiques dirigida al Espíritu Santo, porque está escrito: «Juro que toda rodilla se doblará ante Mí y toda lengua dará gloria a Dios», dice El Señor (Rom.14.11).
Sólo debería no arrodillarse quien esté impedido para hacerlo, por salud o incluso por cuestión de espacio.
Quien no se arrodille sin causa justa, haga serio examen de conciencia, pues a los hombres puede engañarles, pero a Dios, no.
Si hay en la celebración alguien -por la razón que sea-, que no cree en La Transustanciación, (cosa tristísima por cierto, y causa digna de condenación por no creer en El Señor Todopoderoso (Jn.3.18), que sin error ni exajeración asegura que Ese es -Verdaderamente y no simbólicamente- Su Cuerpo, y Esa, Su Sangre (Jn.6.48-58)), ese TAMBIÉN debe arrodillarse ante Dios, aunque para él sea un mero acto de cortesía, independientemente de lo que tenga delante, detrás, arriba, abajo, a los lados, o incluso dentro.
¿A caso cree que me arrodillo ante el trasero de la persona que tengo delante? Pues no, y tampoco quiero tenerlo delante de mi cara mientras estoy arrodillado ante Dios, no importa cuan bien luzca: por favor, ¡bágelo!
¿En qué lugar del mundo puede arrodillarse alguien sin tener en frente alguna imagen, sea a escasos centímetros o a kilómetros? no seamos ridículos.
Incluso los que se arrodillaron delante de la persona de carne y hueso de Jesús, se arrodillaron ante una imagen: ÉL es la Imagen del Dios invisible (Col.1.15).
Recuerde también que Jesús se arrodilló delante de los Apóstoles, y que lo hizo para dar ejemplo de lo que debemos hacer también nosotros (Jn.13.1-20).

El Pueblo, Arrodillado, guarda silencio solemne: Está teniendo lugar el Milagro más grande y admirable que podemos contemplar (Jn.6.48-58, (ver 1 y 2)), mientras el Sacerdote actúa en Nombre De Cristo, diciendo Las Palabras De Cristo en La Última Cena (Mt.26.26-29, Mc.14.22-25, Lc.22.19, 1Cor.11.23-25):

TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL,
PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS.

TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL,
PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,
SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,
QUE SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS Y POR MUCHOS
PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.

HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.

Jesucristo, Sacerdote Eterno a modo de Melquisedec, sirviéndose de las palabras de la Consagración pronunciadas en Su Nombre por el Sacerdote Ministerial, que lo es según el Sacerdocio Cristiano (de Cristo), Mediante Su Espíritu, (El Espíritu Santo), Convierte La Sustancia (el último sustrato de la cosa) del Pan en Su Cuerpo y La Sustancia del Vino en Su Sangre, sin modificar sus accidentes (el olor, el sabor, el color, la textura, el tacto, la forma, el peso, la composición química, etc).

El Sacerdote muestra al pueblo La Santa Hostia Consagrada y el Cáliz, y lo Adora con un signo de reverencia.
Entonces se sucede alguna de las fórmulas siguientes:

  1. Sacerdote:

    éste es el Sacramento de nuestra fe.

    O bien:
    Este es el Misterio de la fe.

Pueblo:

Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu Resurrección,
¡Ven, Señor Jesús!

  • Sacerdote:

    Aclamad el Misterio de la Redención.

    Pueblo:

    Cada vez que comemos de este Pan y bebemos de este Cáliz,
    anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.

  • Sacerdote:

    Cristo se entregó por nosotros.

    Pueblo:

    Por Tu Cruz Y Resurrección
    nos has Salvado, Señor.

  • Sacerdote:

    Proclamemos el Misterio de la fe.

    Pueblo:

    Sálvanos, Salvador Del Mundo,
    que nos has Liberado por Tu Cruz Y Resurrección.

  • El Sacerdote celebrante toma la patena con la Hostia Consagrada, y el Cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice junto a los concelebrantes si hay, mientras el pueblo CALLA (hagan el favor de callar):

    Por Cristo, con ÉL y en ÉL,
    a Ti Dios Padre Omnipotente,
    todo Honor y toda Gloria,
    por los siglos de los siglos.

    Ahora sí, todos, potentemente, sonoramente, haciendo bibrar las paredes, aunque sin griterío desordenado, dicen el gran:

    ¡AMÉN!

    (Y, curiosamente, esto no sale tan fuerte como debería)

    Una vez que el sacerdote ha dejado el cáliz y la patena, quizás tras una monición o morcilla, dice:

    • Fieles a la recomendación del Salvador
      y siguiendo su Divina Enseñanza,
      nos atrevemos a decir:

    • O bien:

      Llenos de alegría por ser hijos de Dios,
      digamos confiadamente la Oración que Cristo nos Enseñó:

    • O bien:

      El Amor De Dios ha sido derramado en nuestros corazones con El Espíritu Santo que se nos ha dado;
      Digamos con fe y esperanza:

    • O bien:

      Antes de participar en el banquete de La Eucaristía,
      signo de Reconciliación y Vínculo De Unión Fraterna,
      Oremos juntos como El Señor nos ha Enseñado:

    Entonces recitamos TODOS el «Padre Nuestro» (Mt.6.9-13, Lc.11.1-4, Mc.11.25):

    Padre nuestro,
    que estás en el cielo:
    Santificado sea Tu Nombre;
    Venga a nosotros Tu Reino;
    Hágase Tu Voluntad,
    en la Tierra como en el Cielo;
    Danos hoy Nuestro Pan De Cada Día;
    Perdona nuestras ofensas,
    como también nosotros perdonamos
    a los que nos ofenden;
    No nos dejes caer en la tentación;
    Y líbranos del mal.

    Entonces, el Sacerdote, con las manos extendidas, prosigue él solo:

    Líbranos de todos los males, Señor,
    y concédenos la paz en nuestros días,
    para que ayudados por Tu Misericordia,
    vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación,
    mientras esperamos la gloriosa venida de Nuestro Salvador Jesucristo.

    Y el Pueblo concluye la oración aclamando:

    Tuyo es el reino,
    Tuyo el poder y la gloria,
    por siempre, Señor.

    El Sacerdote, con las manos extendidas, dice en voz alta:

    Señor Jesucristo,
    que dijiste a Tus Apóstoles:
    «La paz os dejo, mi paz os doy» (Jn.14.27),
    no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la Fe de Tu Iglesia
    y, conforme a Tu Palabra, concédele la paz y la unidad.
    Tú que Vives y Reinas por los siglos de los siglos.

    Pueblo:

    ¡Amén!

    El Sacerdote, extendiendo y juntando las manos:

    La Paz del Señor esté siempre con vosotros.

    Pueblo:

    Y con Tu Espíritu.

    Luego, si se estima oportuno, el diácono o el sacerdote añaden:

    Daos fraternalmente la Paz.

    Y todos, según la costumbre del lugar se dan la paz.

    El sacerdote deja caer en el cáliz una parte del Pan Consagrado, diciendo en secreto:
    El Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo,
    unidos en este cáliz,
    sean para nosotros alimento de vida eterna.

    Mientras tanto, SÓLO EL PUEBLO, -aunque frecuentemente lo inicia el Sacerdote para ayudarnos-, canta o recita:

    Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
    Ten piedad de nosotros.
    Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
    ten piedad de nosotros.
    Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
    danos la paz.

    El sacerdote reza en secreto la oración para la comunión:

    Señor Jesucristo,
    La Comunión de Tu Cuerpo y de Tu Sangre
    no sea para mí un motivo de juicio y condenación,
    sino que,
    por tu piedad,
    me aproveche para defensa de alma y cuerpo
    y como remedio saludable.

    O bien:

    Señor Jesucristo,
    Hijo Del Dios Vivo,
    que por voluntad del Padre,
    cooperando El Espíritu Santo,
    diste con Tu Muerte
    La Vida al mundo,
    líbrame, por la recepción de Tu Cuerpo y de Tu Sangre,
    de todas mis culpas y de todo mal.
    Concédeme cumplir siempre Tus Mandamientos
    y jamás permitas que me separe de Ti.

    El Sacerdote hace genuflexión, toma el pan consagrado, lo eleva y lo muestra al pueblo, diciendo:

    Este es El Cordero De Dios que quita el pecado del mundo (Jn.1.29);
    Dichosos los invitados a la Cena del Señor (Lc.14.15-24, Mt.22.1-10).

    Y juntamente con el Pueblo, añade la respuesta del centurion aplicada a aqellas cosas que son propias de cada uno o que, por cualquier causa está bajo su dominio (Mt.8.5-13, Jn.4.46-53, Lc.7.1-10, Lc.13.28-30):

    Señor,
    no soy digno de que entres en mi casa,
    pero una palabra tuya
    bastará para sanarme(/sanarlo).

    Cuando el Sacerdote va a comulgar El Cuerpo de Nuestro Señor, dice en secreto:

    El cuerpo Del Señor me guarde para la Vida Eterna.

    Y, análogamente, cuando va ha comulgar con Su Sangre, dice en secreto:

    La Sangre Del Señor me guarde para la Vida Eterna.

    El Sacerdote, después de comulgar con El Cuerpo y La Sangre de Cristo, lee la ‘Antífona de Comunión’ que corresponde a ese día.

    Entonces forman en fila aquellos que desean y pueden comulgar.
    Para entonces ya deberíamos haber hecho examen recordando las palabras de San Pablo:

    [1Cor.11.27] Por eso, el que coma el pan o beba la copa del Señor indignamente
    tendrá que dar cuenta del Cuerpo y de la Sangre del Señor.
    [1Cor.11.28] Que cada uno se examine a sí mismo antes de comer este Pan y beber esta Copa;
    [1Cor.11.29] porque si come y bebe sin discernir el Cuerpo del Señor,
    come y bebe su propia condenación.

    El que tal sacrilegio comete, aunque esté fisicamente vivo, está verdaderamente muerto:

    [1Cor.11.30] Por eso, entre ustedes hay muchos enfermos y débiles,
    y son muchos los que han muerto.

    [1Cor.11.31] Si nos examináramos a nosotros mismos,
    no seríamos condenados por nosotros mismos.
    [1Cor.11.32] Pero el Señor nos juzga y nos corrige
    para que no seamos condenados con el mundo.

    Por esto es bueno tener a un Sacerdote como director espiritual, ya que uno suele ser demasiado condescendiente para consigo mismo…
    (Insisto: Véase el artículo titulado Pan De Vida y su continuación)

    El Sacerdote, mostrándole el Pan Consagrado a cada uno de los que van a Comulgar, dice a cada uno:

    El Cuerpo de Cristo (Jn.1.29).

    El que va a Comulgar responde:

    ¡Amén! (Apoc.3.14)

    Y entonces Comulga con el Cuerpo De Nuestro Señor.

    Después, con el Pueblo sentado o de rodillas (¡también es una posibilidad potestativa de cada uno!), tiene lugar la Purificación, que es cuando se limpian la Patena y el Cáliz, y el Sacerdote dice en secreto:

    Haz, Señor,
    que recibamos con un corazón limpio el Alimento que acabamos de tomar,
    y que El Don que nos haces en esta vida nos aproveche para La Vida Eterna.

    Acto seguido, el sacerdote puede ir a la sede, o lugar destinado para sentarse.

    Entonces se guarda un breve momento de Silencio o se canta un Salmo o Canto De Alabanza Bíblico.

    De pie en la Sede o en el Altar, el Sacerdote dice:

    Oremos.

    Todos, poniéndose de pie, oran brevemente en Silencio.
    Acto seguido, el Sacerdote dice la oración de ese día para después de la Comunión, y el pueblo aclama:

    ¡Amén!

    Rito De Conclusión

    Se hacen los anuncios parroquiales oportunos, y, el Sacerdote realiza el saludo final:

    El Señor esté con vosotros.

    El Pueblo le responde:

    Y con tu espíritu.

    Llega el momento de las Bendiciones propias de la ocasión… Si hay, por ejemplo la vendición solemne del Obispo, ante la cual la inclinación no es sólo de cabeza sino profunda (de tronco)…
    Mientras que el pueblo se mantiene con la cabeza inclinada, y se santigua al ritmo marcado por la invocación a las Tres Personas De La Santísima Trinidad, el Sacerdote imparte La Bendición diciendo:

    La bendición de Dios todopoderoso,
    ↑ Padre,
    ↓ Hijo,
    y ← Espíritu → Santo,
    descienda sobre vosotros.

    Entonces el Pueblo dice:

    ¡Amén!

    O, según la costumbre del lugar:

    Así sea.

    Luego el Diácono, o el mismo Sacerdote, con las manos juntas, despide al pueblo, enviándole a continuar la Misa(Misión), con las palabras:

    Podéis ir en paz.

    Y el Pueblo responde:

    Demos gracias a Dios.

    El Sacerdote besa con veneración el Altar, como al comienzo y, una vez realizada la debida reverencia con los demás Ministros que han intervenido en La Celebración, se retira a la Sacristía.

    La Santa Misa termina aquí
    En este momento, no dentro de la misa, es donde el Coro Parroquial ejecuta la llamada «Pieza De Salida», que no es litúrgica sino pastoral.
    Acto seguido los que lo desén pueden irse, o quedarse un momento a realizar lo que se denomina «Acción De Gracias», que consiste en un momento de Adoración y Oración personal.

     

    Silencios

    El silencio también es una respuesta; es oración; Y más importante, una Orden Divina:

    [Hab.2.20] El Señor reside en su santo Templo,
    ¡guarde silencio toda la tierra delante de él!

    Estamos en silencio el tiempo que no estamos respondiendo.
    ¿Obvio? Pues no tanto.

    Sí. El tiempo que en Misa no estamos respondiendo estamos en silencio: No es momento apropiado para acordar sitio, hora y condiciones de la próxima cita de trabajo, ni de reencontrarte con esa persona que acabas de ver tras largo tiempo, ni aunque sea tu primo; No es momento para dar las noticias cotidianas, familiares o del círculo social, ni permitir que te las cuenten; No es momento de comentar lo guapa que iba tu prima el día de su Primera Comunión, ni de la última hazaña de tu hijo… ni siquiera de sus primeros pasitos; no es momento de criticar, -en realidad nunca lo es-, ni de permitir que te cuenten chismes de los demás, -no deberías alimentarlos jamás-; ni mucho menos es momento para discutir.
    Si acaso, un apretón de manos, un abrazo o beso a alguien que hace tiempo no ves… ¡Pero no molestes!

    Todo puede esperar: Por que lo más importante está ocurriendo en el altar. Y nada, nada, nada tiene ni remotamente la mínima importancia comparado con Cristo.
    Por lo mismo, por favor, configuren los móviles para que no molesten, desconéctenlos, déjenlos fuera. Pero, aunque suenen, vibren, se iluminen, bailen, salten, hagan el café, la tostada o proporcionen aire acondicionado, -y no importa si es una llamada, un whatsapp o cualquier otra cosa-: Si sólo lo notas tú, ignóralo; y si molesta a los demás, procura que deje de hacerlo con la máxima celeridad y discreción que seas capaz. Seguramente esa comunicación que esperas puede esperar. Pero si por causas de fuerza mayor, tienes que atenderla inmediatamente, sal de la asamblea procurando pasar completamente desapercibido para los demás… Si prevés que puedes recibir una llamada ineludible, por favor, colócate cerca de la puerta de salida para mayor agilidad.
    Pero si aún así ocurre que un dispositivo de comunicaciones tullo se pone a molestar reclamando atención y tú no lo habías previsto, tampoco te preocupes en exceso, símplemente cállalo. Sabemos entender que hay situaciones imprevistas, y que esos instrumentos no entienden ni tienen por qué entender que nos estamos muriendo de Amor con Cristo, que aunque nuestros pies estén en la Tierra, nuestros corazones están en el Cielo, allí donde El Señor lo ha elevado.

    Es más, si en ese momento se quema mi casa, no quiero ni enterarme… Cuando salga ya veré a chamuscado y, si ha llegado a mayores, lo oleré en el telediario.

    Aunque todo momento que no es respuesta hemos de permanecer en silencio, hay momentos de silencio solemne: En especial durante la consagración, pero TAMBIÉN durante las partes presidenciales…
    Quiero hacer incapié en esto, por que a veces se oye a alguienes y a alguienas haciendo los coros al Sacerdote o a los Sacerdotes, que son los ÚNICOS que deben decir: Por Cristo, con ÉL y en ÉL,…; O las palabras de la Consagración.
    Ciertamente, es molesto.

     

    Los niños son niños. Los niños lloran, juegan, exploran los efectos acústicos de la sala con sus gritos, palmadas u otros porrazos, y hacen otros muy diversos ruidos. Nosotros también fuimos niños y no dejamos de serlo hasta que no nos hicimos mayores… Y aunque lo hubieran intentado, no lo habrían conseguido: Tú tampoco vas a conseguir que tu niño deje de ser niño antes de crecer: Te lo aseguro.
    Los padres o quienes sean que estén al cargo de los niños, por Caridad procuren que no molesten en exceso, pero tampoco les impidan que sean niños, por Caridad.
    Los que se sientan molestados por ruidos infantiles, por su parte, que también practiquen un poquito la Caridad y la paciencia, y los soporten. Es un ejercicio muy saludable.
    Por cierto, de esto no excluyo a los Sacerdotes.

    He dicho. Gracias. Jaja. Quiero decir: Es mi opinión, y creo que bastante objetiva y razonable.

    A propósito, en algunas parroquias hay «pecera» (estancia formada por mampara insonorizada) para que los niños puedan escuchar La Santa Misa con su correspondiente altavoz dentro, y al mismo tiempo, poder hacer todo el ruido que quieran sin molestar al resto de la asamblea.
    Frecuentemente consiste en disponer de una segunda puerta de cristal tras la puerta de entrada, y en ese vestíbulo se colocan uno o varios bancos donde se sientan los niños con sus acompañantes, y uno o dos altavoces por donde escuchar La Santa Misa que ve tras el cristal, en lugar de una «pecera» al interior.
    Al momento de Comulgar, entran el padre mientras la madre queda al cuidado, y después al contrario, a la inversa, al revés y a la viceversa, o, en caso de que el niño vaya acompañado por un solo mayor, pues entra con él: Es mucho más fácil mantenerlo en berea un momento que durante toda la celebración.
    Doy fe de que funciona muy bien este sistema, que he visto en barias parroquias de Girona, y yo mismo he disfrutado de ellas.

    Insisto:

    Sopórtense mutuamente por Amor (Ef.4.2).

    3 comentarios sobre “La Santa Misa

    1. Qué completo. Muchas gracias. Una de las cosas que más me gustan es la oración colecta que leen antes de sentarnos para escuchar las lecturas. Son preciosas. Antes no me fijaba en ellas y desde hace un tiempo me parecen una maravilla.
      Por cierto, gracias por entender lo de los niños. Me he encontrado curas y gente de todo tipo. Me quedo con los que me dan mensajes positivos. Además, los niños aunque parece que a veces están en sus juegos y en sus cosas se enteran de lo que dice el cura. Lo tengo comprobadísimo.

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      1. Yo a los míos les decía: el que se porte mal después de la misa me va a explicar lo que ha dicho el cura en la homilía. Y vaya que si funcionaba. el efecto fue que al terminar la misa a partir de ese día todos los días se peleaban por contarme lo que habían escuchado durante la homilía, y a su modo claro, que a veces se parecía más bien poco en algunas cosas. Después Esteban qué es un sacerdote muy apañado, los sábados por la tarde al terminar la misa hacía lo que en catalán se llama trucos de manos, y aquí llamamos trucos de magia… Cada día les llevaba un juego nuevo cada sábado. Perdona si hay algo que no está bien escrito es que estoy dictando por voz al móvil. Que Dios te siga bendiciendo.

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        1. Voy a tener que hacer algo de eso con los que se porten mal. Qué bien lo de tu cura. Aquí el nuestro entre semana si vienen les deja que le ayuden en misa y también leer las lecturas y si se han portado bien al final de la misa les da una chuche o recortes.

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